Tras las informaciones sobre el uso indebido de este polémico programa de software, la compañía NSO anuncia una “reorganización” enfocada en los países miembros de la OTAN
¿Reorganización planificada o crisis existencial? En cualquier caso, se trata de un terremoto que hace temblar los cimientos de la empresa NSO tras el despido de 100 de sus 750 empleados y la renuncia como director ejecutivo de uno de sus propietarios y fundadores. Colofón a las informaciones sobre el uso indebido de su sofisticado y polémico programa de software Pegasus a cargo de países-clientes, al veto del Departamento de Comercio de EEUU y a la decisión de Israel de restringir la concesión de permisos de exportación a las empresas de ciber Inteligencia.
De esta forma, Shalev Hulio, el alma mater y la cara más conocida de NSO, da un paso atrás en la dirección de la tecnológica nave israelí anclada en la ciudad costera de Herzliya (norte de Tel Aviv) y se dedicará al campo de ventas y fusiones de la compañía. Su sucesor provisional y actual jefe de operaciones, Yaron Shohat, será el encargado de gestionar una “reorganización que examinará todos los aspectos” de su actividad empresarial, con el objetivo, según su portavoz, de que “NSO siga siendo una de las principales empresas de Inteligencia cibernética de alta tecnología del mundo, centrándose en los países miembros de la OTAN“.

“Los productos de la compañía siguen teniendo una gran demanda entre los Gobiernos y las fuerzas del orden debido a su tecnología de vanguardia y su capacidad comprobada para ayudar a estos clientes a combatir el crimen y el terror“, afirma en un comunicado la firma que creó y vende el ciberespía capaz de penetrar en un móvil-sin que el usuario se entere ni deba entrar en un enlace desconocido-, extraer toda su información y activar a distancia su cámara.
Uno de los últimos capítulos relacionados con Pegasus fue escrito en España en dos páginas mediáticas y con mucha carga política. La primera publicada a mediados de abril por The New Yorker en la que “Citizen Lab” denunciaba que fue usado contra 65 móviles de políticos, activistas y periodistas vinculados al independentismo catalán. La segunda, a principios de mayo, cuando el Gobierno español, acusado del primer caso, denunció el hallazgo de Pegasus en los móviles del presidente Pedro Sánchez y la ministra de Defensa, Margarita Robles coincidiendo con la grave crisis con Marruecos en 2021 en torno a la entrada en España del líder del Frente Polisario, Brahim Ghali.
¿España? ¿Marruecos? Desde NSO aclararon a EL MUNDO que por contrato no pueden revelar la identidad de sus clientes cuyo número se elevaba, según nuestras estimaciones, a 45 estados. “Solo vendemos el sistema a países para que lo usen contra el crimen organizado y el terrorismo lo que ha permitido frustrar numerosos atentados. Si un país hace uso indebido de Pegasus que viola nuestra confianza y contrato, lo investigamos y si se confirman las sospechas, lo desconectamos inmediatamente”, insisten fuentes de la empresa.

LA POLÉMICA VIAJA A EEUU
El epicentro del terremoto se encuentra en el Departamento de Comercio de EEUU que el pasado mes de noviembre incluyó a la NSO, junto a la también israelí Candiru, en la lista negra después que varias informaciones e investigaciones periodísticas apuntaran que Pegasus fue hallado en móviles de diplomáticos-entre ellos también estadounidenses- políticos y periodistas vulnerando así sus derechos. Desde ese duro golpe para NSO al limitar su margen de maniobra comercial, Hulio ha tratado sin éxito de convencerles para cambiar lo que considera una “medida injusta” sin olvidar que, según diversas informaciones, Pegasus fue adquirido también por agencias de Inteligencia estadounidenses.
Como otros terremotos, el que azota NSO vino acompañado y avisado por movimientos sísmicos. Por ejemplo, la reciente venta fallida a la empresa de seguridad y proveedor de tecnología estadounidense L3Harris debido, según la revista The Marker, a la oposición de Israel y EEUU.
Aunque se trata de una empresa privada, el Gobierno israelí es consciente del daño diplomático y de imagen que supone cada información que surge en cualquier rincón del mundo sobre el uso indebido e ilegal de tan poderoso y penetrante recurso. De ahí que en los últimos meses Israel haya endurecido su política sobre la exportación de productos de seguridad con énfasis en ciberespionaje.
El ministerio de Defensa, encargado de otorgar las licencias a las empresas de seguridad, ha reducido drásticamente el número de países a los que NSO puede vender su sofisticada arma de espionaje de “ataque preventivo” y apunta a que si el cliente lo usa correctamente puede contribuir a evitar atentados y detener pederastas pero, si no, también puede servir para espiar y perseguir a activistas incómodos con el poder.

En el sector cibernético, algunos temen que la posición de las autoridades israelíes provoque el cierre de numerosas empresas como ha sucedido por ejemplo con Nemesis. Esta pequeña compañía intentó competir con NSO pero vio como la Agencia de Control de Exportaciones de Defensa le negó licencias para exportar su software de Inteligencia a países de África y América del sur.
NSO espera finalizar el 2022 con unos ingresos de 150 millones de dólares. En 2020, la cifra llegó a los 243 millones. Fuentes de la empresa señalan que se encuentra “en buena posición teniendo en cuenta la situación del sector” y lamentan al periódico Israel Hayom que “el ministerio de Defensa ve desde la barrera cómo los estadounidenses manejan y planifican el sector lo que tiene un impacto en las compañías cibernéticas israelíes que no funcionan tan bien en este momento”.
“NSO se asegurará de que sus tecnologías innovadoras se utilicen para fines legítimos y dignos”, agrega el nuevo director ejecutivo de una empresa que no necesita un software de espionaje para darse cuenta que se encuentra en el momento más crucial de sus 12 años de vida.
Fuente: elmundo.es