Cuando una imagen, no dice ni una palabra

Siempre hemos creído que “una imagen dice más que mil palabras”, pero en tiempos de deepfakes, esa certeza está desapareciendo. Hoy, una imagen o un video pueden no decir absolutamente nada de verdad. En un mundo donde la tecnología permite crear falsificaciones digitales casi perfectas, ya no podemos fiarnos de lo que vemos con nuestros propios ojos.

El lado oscuro de las imágenes falsas

En esta era digital tan convulsionada en la que vivimos, los deepfakes están poniendo en jaque la confianza en los medios audiovisuales. Estas creaciones impulsadas por inteligencia artificial, logran imitar rostros y voces de personas de una manera tan realista que es difícil saber cuándo algo es falso. Esto tiene consecuencias profundas, no solo para las figuras públicas, sino para cualquiera que se vea afectado por estas manipulaciones.

Imagina que ves un video donde una persona importante dice algo controvertido. En el pasado, probablemente habrías creído que ese video representaba la verdad. Pero hoy en día, es posible que sea un deepfake, un video falsificado, que puede haber sido creado con la intención de desinformar, desacreditar o incluso difamar.

El impacto emocional y social

Lo más preocupante de los deepfakes es el daño emocional que pueden causar, no solo afectando a quienes son retratados en estos videos, sino también a quienes consumen esa información falsa, que lastimosamente es un gran mercado en crecimiento, más, en el sector d ela pornografía. La duda y la desconfianza se apoderan de nosotros, haciéndonos cuestionar si lo que vemos es real o es una mera ilusión digital.

El problema es que, si ya no podemos confiar en lo que vemos, ¿en qué nos basamos para formar opiniones? Las imágenes y los videos, que solían ser pruebas irrefutables, han perdido su poder de convicción. Esto nos deja en un terreno incierto, donde la verdad se mezcla con la ficción, y distinguir entre ambas se convierte en un reto diario.

¿Cómo protegernos?

Ante esta realidad, es importante desarrollar un sentido crítico hacia el contenido digital que consumimos día tras día. Debemos ser más cautelosos y no aceptar todo lo que aparece en nuestras pantallas como verdad absoluta. Verificar las fuentes, contrastar la información y, sobre todo, ser conscientes de que los deepfakes existen, es el primer paso para protegernos de la manipulación.

Recuerda, que cuidando tus datos, cuidas la ciberseguridad de tu familia.